Pedagogos=inmensa bola de basura destructora de la enseñanza española

Solicito pena de cárcel para Álvaro Marchesi, el de la LOGSE, y sus continuadores de leyes de enseñanza, todas inspiradas en su basura, por el inmenso daño causado a la enseñanza( especialmente a las capas más humildes) y de paso a la nación española.

Las ideas – Enseñanza

Profesores contra pedagogos: «Nunca han entrado en un aula, pero nos dan lecciones de cómo enseñar»

Los profesores se movilizan. Las teorías de pedagogos y psicólogos que han impuesto las recientes leyes educativas están desterrando el conocimiento y la exigencia de las aulas y perjudicando a los alumnos más desfavorecidos

ULISES

Cuando al profesor de Lengua Andreu Navarra le cambiaron la lectura que había prescrito a sus alumnos de la ESO -‘Esperando a Godot’- por unos cuentos de autoayuda emocional llenos de dibujos infantiles, sintió que algo se había perdido en la escuela. Navarra ya se había cansado de asistir a cursos de formación para docentes donde les ponían a «bailar, cantar, hacer aviones de papel y jugar con palitos de colores». Un día, en uno de estos cursos, le dijeron que el tiempo del recreo debía convertirse en horario lectivo y, por tanto, había que evaluar las habilidades sociales de los alumnos en el patio.

Ocurrió esta primavera, coincidiendo con que Cataluña quería cambiarle el nombre al suspenso para sustituirlo por un eufemístico «en proceso de logro». Tal fue el revuelo de los profesores, con huelgas incluidas, que la Generalitat reculó y lo dejó en un «no logro» igualmente pensado para no estigmatizar con el «insuficiente» tradicional.

Para saber más

Desde entonces se ha fraguado un movimiento en Cataluña que se ha extendido por España en reacción al «pedagogismo», como estos profesores llaman a la práctica que pone por encima del conocimiento las habilidades, la motivación, la integración y la innovación en las escuelas, cuestiones llegadas de la pedagogía y la psicología que ya se impulsaron en la Logse y que resurgen con la Lomloe.

Los «antipedagogistas» -que también se autodenominan, con ironía, «profesaurios»- se han erigido en los defensores del saber, la memoria, la exigencia, la disciplina, el esfuerzo y la clase magistral. Todo esto, denuncian, pierde peso con la reforma de Pilar Alegría, donde en la ESO se puede pasar de curso y obtener el título sin límite de suspensos, se han eliminado las matrículas de honor, el currículo ha rebajado la densidad de contenidos en favor de las actitudes y se fomentan metodologías basadas en el constructivismo.

En la Comunidad Valenciana, cientos de docentes han creado el Observatorio Crítico de la Realidad Educativa (Ocre) y han ganado una batalla contra el Govern, que pretendía imponer el aprendizaje por ámbitos. La obligatoriedad de este método, por el que el profesor imparte varias asignaturas a la vez (por ejemplo, Lengua, Valenciano e Historia), ha sido derogada por la Justicia. Tras el éxito del congreso que Ocre organizó en mayo en Valencia, repetirán otro el 26 de noviembre en Barcelona.

Movimiento transversal

El conocimiento «está siendo arrancado del sistema educativo» y la escuela pública ha dejado de ser el principal motor de promoción social. Esta es la trágica realidad que profesores de todas las tendencias políticas denuncian en el libro colectivo ‘La educación cancelada’ (Sloper), que acaba de publicarse coordinado por Navarra y el investigador David Rabadà.

«Hasta ahora, quien cuestionaba el pedagogismo era calificado de reaccionario, antiguo o facha. Pero eso ha cambiado. En el libro aparecen expertos de izquierdas, derechas y centro. Éste es un movimiento transversal que, aunque no sea mayoritario, cada vez es más numeroso», afirma Navarra.

Uno de los autores es Xavier Massó, presidente de la Fundación Episteme, secretario general del sindicato Profesores de Secundaria de Cataluña y catedrático de instituto. Se define de izquierdas, pero dice que el «choque no está entre la izquierda y la derecha, sino en torno a la defensa de los principios de la Ilustración». ¿Por qué?

«Desde Platón hasta la Ilustración, el centro de todo sistema educativo es la transmisión de conocimiento. Pero a partir de Rousseau y la reacción romántica comenzó a priorizarse lo emocional y subjetivo sobre lo conceptual y objetivo: un alumnocentrismo donde el niño va confeccionando su aprendizaje según sus propios intereses«. Esta perspectiva desenfocada desembocó, continúa Massó, en los dos ejes de la pedagogía del siglo XX: el pragmatismo sociologista de John Dewey y el constructivismo psicologista de Jean Piaget. «El resultado es un socioconstructivismo de acuerdo con el cual el conocimiento no se transmite, sino que se construye. Algo que, implícitamente, niega la propia idea de sistema educativo o de currículo, de transmisión de conocimiento, de aprobado y de suspenso».

En España, el pedagogismo -que Massó define como la «pretensión de convertir la pedagogía en la génesis del sistema educativo»- se puso de moda al calor de la posmodernidad y tuvo su reflejo en la Ley General de Educación de 1970, cuando se inventaron expresiones como «segmento de ocio» para referirse al recreo. Pero no se desarrolló hasta 1990, con la Logse, coincidiendo con que la enseñanza obligatoria se extendió hasta los 16 años y se apostó por un modelo comprensivo para retener más tiempo en las aulas a los miles de nuevos alumnos.

Los informes internacionales señalan que España está anclada en posiciones mediocres. La OCDE ha constatado, además, el estancamiento en comprensión lectora de esa generación de jóvenes que estudiaron con la Logse. «Las escuelas se han convertido en espacios lúdicos donde no se enseña«, asegura Massó. Como contrapeso, el sistema se ha democratizado y más alumnos que nunca van a la universidad. «Pero llegan poco preparados. Hay universitarios que en el primer curso de Física no saben el sistema métrico decimal», objeta Ricardo Moreno Castillo, catedrático de instituto y profesor universitario de Matemáticas ya jubilado y autor de Panfleto antipedagógico.

¿Por qué, si la Logse no supuso una mejoría en los resultados, sus principios vuelven ahora en la Lomloe? «Porque, en un contexto de populismo, son ideas amables que entran muy bien y están de moda», responde Moreno. «Es muy bonito eso de la libertad y de que los niños tienen que ser felices, aunque, en realidad, el niño es menos libre cuanto menos sabe. Pero, en fin, a nadie le gusta parecer anticuado… Además, cada vez hay más familias que creen que sus hijos tienen derecho al éxito escolar y van a reclamar al colegio cuando suspenden. Los políticos no quieren ser impopulares». Y apunta el matemático un tercer motivo: «En los 70 y 80, las facultades de Magisterio comenzaron a llenarse de pedagogos, que han conseguido que su jerga cale en los futuros maestros».

El psicólogo Álvaro Marchesi, autor intelectual de la Logse, discrepa de las críticas antipedagogas. Recuerda que su ley también suscitó «resistencia de los profesores, mucho mayor porque suponía un cambio más profundo, mientras que ahora hay muchos docentes que usan estas prácticas en clase». Añade que «el enfoque competencial no significa abandonar los contenidos, sólo que éstos deben servir para resolver situaciones de la vida y que el alumno se sienta motivado para saber qué conocimientos debe utilizar».

«La escuela no está sólo para enseñar conocimientos», subraya Marchesi, «sino que debe procurar, en colaboración con las familias, una formación de la que también forman parte las actitudes, la convivencia, las relaciones, el bienestar emocional y valores como la ecología, la solidaridad, el respeto o la igualdad de género«, prosigue. «Si solo se tiene una concepción instruccional, los alumnos sabrán mucho de Matemáticas pero no qué hacer cuando haya un conflicto social».

Versión espuria

Según Francisco López Rupérez, ex consejero de Educación ante la OCDE y ante la Unesco y ex alto cargo del Ministerio con el PP, nada tiene de malo una reforma curricular basada en el «genuino enfoque por competencias asumido internacionalmente», donde éstas se componen a partes iguales de «conocimiento, habilidades, actitudes y valores». Pero, añade, «España parece haber cedido a una tentación de fuerte inspiración ideológica que, renunciando al espíritu ilustrado, opta por una versión espuria en la que se privilegia el hacer en detrimento del saber, se contraponen las competencias a los conocimientos y se considera que aquellas son más populares, mientras que estos son más elitistas y, por ende, socialmente discriminatorios».

Los partidarios del modelo competencial argumentan que «los alumnos del siglo XXI aprenden de otra forma» y se aburren con los métodos tradicionales, entre otras cosas porque su capacidad de atención ha disminuido. Por eso, intentan adaptarse a los críos con fórmulas más participativas. Así lo cree Rafael Feito, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense: «Hay que modificar radicalmente lo que se enseña y cómo se enseña porque los contenidos curriculares son excesivos y las clases se siguen impartiendo de forma transmisiva, como hace décadas, con el profesor frente a los alumnos dando su charla, aunque no le escuchen. Lo que critico de los antipedagogos es su catastrofismo y esa idea del desastre, de que nos hemos cargado la educación. Ni la escuela se ha vaciado de contenidos ni se niega la importancia de la memoria, pero no puede ser que haya que saber mucho análisis sintáctico y que los alumnos no sean capaces de exponer en público sus argumentos. Cada vez más profesores trabajan en busca de un aprendizaje más conectado con la realidad y que atraiga más a los estudiantes».

La motivación es uno de los puntos clave del debate. Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía en la Complutense, defiende que «el conocimiento es incentivador por sí mismo». «Ya dijo Aristóteles que la mayor aspiración del ser humano es el saber. Pero, a pesar de que nunca han entrado en un aula, los pedagogos nos dan lecciones de cómo enseñar. Desde la Logse han tratado de inventar la pólvora para sustituir al átomo mismo de la enseñanza, que es que un profesor -el que sabe- enseña a los alumnos -que no saben- desde una tarima que marca esta diferencia», reflexiona uno de los fundadores de Podemos (ya no está vinculado con este partido), que se define como «conservador en lo educativo, porque hay cosas, como la escuela pública, que deben conservarse a toda costa».

En la misma línea está la pianista Marta Vela, profesora de Música en la Universidad Internacional de La Rioja: «En mi ámbito, como en el deporte profesional, es impensable que no haya que memorizar o esforzarse. Uno puede tener todo el talento y la creatividad del mundo, pero sin disciplina no hay nada. Y lo que yo veo es que el sistema educativo está teniendo una condescendencia con los alumnos que, sobre todo, va a perjudicar a los más desfavorecidos. En la escuela se están dando unos conocimientos mínimos que los que tienen dinero van a poder completar en casa, lo que les permitirá entrar en las mejores universidades y lograr los mejores trabajos. Se acaba la escuela como ascensor social».

La nueva pedagogía

Frente a la concepción ilustrada de la transmisión del conocimiento, la Nueva Pedagogía entiende que el niño construye su proceso de aprendizaje conforme a sus intereses, mientras el maestro hace de guía o acompañante. Sus máximos exponentes son John Dewey, Piaget o Paulo Freire, cuyas teorías quedan reflejadas en España en la Logse y la Ley Celaá, que anteponen las actitudes y valores al conocimiento y potencian la innovación y las metodologías basadas en el juego, el trabajo en equipo y la aplicación de lo aprendido a la vida cotidiana del estudiante. No se trata sólo de saber, sino de ser. De fondo, el debate de si la escuela debe limitarse a instruir o a forjar también la forma de pensar.

https://amp.elmundo.es/la-lectura/2022/09/29/6335d8e2e4d4d8d0338b45da.html

2 Comments

  1. Totalmente acertado,los veteranos de hoy día tuvimos unos planes de estudios que vistos con la perspectiva que da el tiempo así como los resultados obtenidos,creo que eran muy acertados.

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