¿Cambio de viento en Portugal?

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Cambio de viento en Portugal elecciones 2024

¿Cambio de viento en Portugal?

Antonio Cuestas. Delegado de la Asoc. Amigos de Portugal en Asturias.

Acabo de pasar unos días en Portugal, donde tuve la oportunidad de comentar la situación y de presenciar varios de los intensos debates políticos en la televisión pública. Estos debates revelan una atmósfera política vibrante, marcada por la incertidumbre y la anticipación de cambios significativos. Este contexto invita a reflexionar sobre este inminente capítulo del panorama político portugués que se desarrollará el próximo domingo, 10 de marzo. En España, a mi parecer, no se le presta la debida atención a lo que sucede en nuestro país hermano, y no me refiero solo a la política.

Las elecciones se convocaron tras la dimisión, en noviembre, de Antonio Costa, el primer ministro socialista. Dimitió debido a sus «amistades peligrosas» en el marco de una investigación en marcha por una trama de influencias. Esta trama está relacionada, entre otras cosas, con el litio, del que Portugal es el primer productor de Europa y tiene las mayores reservas. Aunque, de momento, dicho asunto no se ha sustanciado en nada concreto judicialmente. En cualquier caso, la mayoría absoluta que poseía el Partido Socialista (PS), la cual se alcanza con 116 de los 230 escaños de la Cámara, obtenida en enero de 2022, se ha esfumado.

Para situarnos en el escenario actual, comencemos con un repaso breve centrado en las elecciones de 2015, en las que el centroderecha resultó ganador. Sin embargo, para evitar que la derecha gobernara, se constituyó un gobierno inusual, apodado en Portugal como «Geringonça». Este término describe algo mal hecho y propenso a estropearse fácilmente; en resumen, una chapuza.
A pesar de esto, la «chapuza», compuesta por el Partido Socialista (PS), el Bloco de Esquerda (BE), el Partido Comunista Portugués (PCP) y Los Verdes (PEV), funcionó sorprendentemente bien. Antonio Costa, liderando el PS, sólo nombró ministros socialistas, destacando Mario Centeno como ministro de economía. Centeno logró resultados notables, lo que finalmente lo catapultó a la presidencia del Eurogrupo.

Asimismo, la habilidad de Costa para conseguir la aprobación de sus medidas económicas hizo que la extrema izquierda moderara sus demandas más radicales en favor de logros tangibles para los ciudadanos, como la subida de sueldos y la bajada de impuestos. Esta exitosa política la supo aprovechar bien Costa para lograr una mayoría absoluta en enero de 2023, hasta los sucesos del mencionado tráfico de influencias que lo llevó a la dimisión. Dada la mayoría de la que disfrutaban, los socialistas querían seguir gobernando con otro primer ministro, pero el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, decidió convocar las actuales elecciones, atendiendo a las peticiones de los partidos de la oposición.

La medida de convocar del “Profesor Marcelo”, antiguo profesor universitario, y que por su tono educativo y su manera de comunicarse con el público le han ganado este apelativo cariñoso entre los portugueses podrá gustar o no, pero entra dentro de sus competencias constitucionales. No es jefe de estado de representación, como pasa en muchas democracias europeas. Sin salirnos de Europa, no tiene tanto poder como el presidente de Francia, pero sí bastante más que el de otros países. Como curiosidad, es un gran amigo de España y se desenvuelve bien en nuestra lengua.

Quizás les haya llamado la atención el nombre Partido Socialdemócrata para un partido de derechas o de centro derecha, como se definen. Es debido a que el golpe dado el 25 de abril de 1974, Revolución de los Claveles, inicialmente tenía una componente de extrema izquierda, si bien luego fueron los militares más moderados los que se hicieron con el poder frente a los más radicales. En ese contexto extremista inicial, los partidos de derechas -de facto- quedaron prohibidos, eufemísticamente se autodenominaban de centro.

Veamos, telegráficamente, la situación actual: 1) la mayoría de las encuestas muestran que el PSD (Partido Socialdemócrata, con similitudes al PP español) ganaría con escaso margen sobre el PS; mejor dicho, ganaría la coalición Alianza Democrática (AD) llamada la nueva AD, o AD 2.0, pues es heredera de la antigua Alianza Democrática: engloba al Partido Social Demócrata (PSD), el Partido Popular democristiano (CDS-PP) y el Partido Popular Monárquico (PPM).
2) El presunto caso de corrupción del primer ministro queda en segundo plano. Los portugueses sienten los problemas estructurales del país y te los transmiten a pie de calle: la carestía de la vida, problemas con la Sanidad Pública, etc. Portugal es ya un país tan caro o más que España.
3) El partido Chega (Basta), el VOX de Portugal para entendernos, que ya fue tercera fuerza en las elecciones pasadas, duplicaría, como mínimo según las encuestas, sus porcentajes. Si bien ha bajado en intención de voto en los últimos días. Estuvo en los entornos del 20% y ahora se haya en los del 15%.
4) El candidato de AD, Luis Montenegro, ha dicho, por activa y pasiva, que no gobernaría con Chega. Lo que me manifestaron los portugueses indica que se creen más las promesas que en España.
En este cruce de caminos, Portugal se encuentra ante un momento de definición crucial, donde cada voto adquiere una particular importancia. La trama se espesa con la proximidad de las elecciones, y las especulaciones sobre alianzas y estrategias políticas llenan el aire de expectación. Los debates que he presenciado y las conversaciones en las calles subrayan no solo la diversidad de opiniones, sino también la vibrante vida democrática del país, a pesar de una habitual alta abstención. Los desafíos que enfrenta la nación—económicos, sociales, y de índole ético—son reflejo de un deseo generalizado por el cambio y la mejora. Pero ¿hacia dónde soplarán los vientos del cambio? Esa es la pregunta que resuena en los corazones de los portugueses.

La alianza PSD+CDS+Monárquicos emerge como un actor principal en esta carrera, navegando en aguas turbulentas con la esperanza de capturar la mayoría necesaria para gobernar. No obstante, la potencial incorporación de otro partido, Iniciativa Liberal (IL), que cuenta con un estimado del 6% de los votos, añade una capa adicional de complejidad al ya intrincado panorama político con un 20% de los votos aún indecisos.

Como siempre, los resultados finales se mantienen envueltos en el misterio, pendientes de ser revelados por las urnas; las auténticas soberanas del destino democrático que están a punto de desvelar el veredicto del pueblo portugués. Más que nunca, es evidente que, en la democracia, cada voto cuenta y cada elección tiene consecuencias profundas.
Este próximo capítulo en la historia política portuguesa no solo decidirá el rumbo del país en los años venideros, sino que también podría enviar ondas a través de la península ibérica, y más allá.

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