San Valentín en Portugal. Inés de Castro: alimentando la imaginación de Portugal y del mundo.

En el Monasterio de Alcobaça se encuentran dos imponentes tumbas, eterno reposo del rey Don Pedro I de Portugal y Doña Inés de Castro, cuya relación desató una de las historias de amor más trágicas y apasionadas de la península ibérica. En su tiempo, la corte portuguesa se vio envuelta en conflictos, debatiéndose entre los partidarios de Pedro y aquellos leales a los reyes de Castilla. La noble cuna gallega de Inés la colocó en el centro de las intrigas políticas, siendo percibida como una amenaza por los nacionalistas portugueses, lo que culminó en su asesinato.
A pesar de los esfuerzos de Alfonso IV, que buscó proteger a los asesinos, la ascensión de Pedro al trono marcó el inicio de un giro dramático en esta historia. Reivindicando su amor por Inés, Pedro la exhumó, coronándola reina póstuma en un acto de desafío y lealtad eterna. Este gesto, cargado de simbolismo, no solo buscaba honrar a Inés sino también castigar a sus asesinos, obligándolos a rendir homenaje a su cadáver.

La elección final de descanso para ambos en el Monasterio de Alcobaça no fue casual. Las tumbas, enfrentadas, son un testimonio de escultura gótica que encarna el deseo de Pedro de que, al alba del Juicio Final, el rostro de Inés sea lo primero que sus ojos vean. Este anhelo de reencuentro más allá de la muerte ha trascendido el ámbito histórico para convertirse en leyenda, inspirando innumerables obras en literatura, música y arte. La historia de Pedro e Inés se ha erigido como emblema del amor eterno, un relato que, a través de los siglos, continúa conmoviendo corazones y alimentando la imaginación de Portugal y del mundo.

Foto de hoy. Tumba de doña Inés en primer término y al fondo la de don Pedro

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*