Cañón de Trubia: dinamita pura disparando sobre Oviedo

La artillería es un arma esencial en cualquier conflicto. Disponer de una gran fábrica artillera- como Trubia- resultó de provecho tanto en el 34 como en el 36. En el 36, al quedar en manos republicanas, contribuyó dramáticamente en los 120.000 proyectiles artilleros que cayeron sobre Oviedo, si a ello le sumamos las 10.000 bombas de la aviación republicana, da como resultado la terrible devastación sufrida por la capital del Principado.
En octubre del 34 el golpe asestado por el PSOE, apoyado por un minúsculo Partido Comunista en ese momento, había traído igualmente mucha destrucción y muerte en Oviedo.
También se hicieron con el control de la fábrica el 6 de octubre y con ella 27 piezas de artillería recién terminadas. Las trasladaron a las laderas del Naranco y el 7 de octubre comenzaron a disparar sobre la ciudad, no sin pedir el mando militar que la aviación republicana las hostigase, desde su base en León, para tratar de que hicieran el menor daño posible sobre la ciudad y sus habitantes.
Los disparos desde los cañones trubiecos tenían un grave problema: los proyectiles no tenían espoletas y el daño que hacían era menor del esperado. Como los revoltosos tenían abundante dinamita de las minas decidieron que en uno de los obuses del 155 del Naranco- la aviación no consiguió sus objetivos de destruirlos- se metiera dinamita con mecha suficiente para dar tiempo al disparo y que estallase al caer sobre el objetivo.
La «brillante» idea resultó bien durante varios disparos, pero en uno no funcionó la carga de proyección, falló el estopín, y explotó dentro del tubo resultando totalmente destruído el obús.
Datos: Diario de la Guerra Aérea en Asturias 1934-1937 de Artemio Mortera.
Fotos: Recreación Histórica Candamo 36-37 (2023).

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