Trubia, Portugal y el Reino de Asturias

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Opinión
Antonio Cuestas

Antonio Cuestas
14 FEB 2025 4:00
Trubia, Portugal y el Reino de Asturias
Reflexiones sobre lazos históricos desde un invierno en Lisboa

Desde este invierno en Lisboa, que no es el de la conocida novela, sino el propio de pasar aquí estos meses, reflexiono sobre algunos vínculos que, de alguna manera, nos conectan. Desde un cañón fabricado en Asturias hasta el germen de dos naciones ibéricas, estas conexiones nos pueden sorprender. Empezaremos con el más moderno antes de adentrarnos en aquellos siglos lejanos que conformaron la gran epopeya del Reino de Asturias, germen de las dos naciones ibéricas.

El cañón de Trubia en la Torre de Belém.

Trubia, reconocida por su histórica industria militar, encuentra una conexión curiosa con Lisboa. Un cañón trubieco que data de 1861, una época de gran esplendor bajo la dirección del reconocido General Elorza se expone hoy junto a la icónica Torre de Belém. De las aguas del Trubia, que impulsaron su fabricación en 1861, al estuario lisboeta, este símbolo no solo evoca la maestría técnica de su fabricación.

Elorza, un hombre cuya fuerza de voluntad quedó patente desde su juventud, ingresó con apenas 13 años en la Academia de Artillería, desplazada de Segovia a Mallorca por la invasión napoleónica. Esa misma tenacidad y capacidad organizativa definirían su papel como artífice del despegue industrial de la Fábrica, que se convirtió en un referente de la industria militar.

Sin embargo, la relación entre Asturias y Portugal no se limita a la era industrial. Debemos remontarnos siglos atrás, hasta la primera mención de Trubia en un documento medieval.

Trupie: La primera mención de Trubia.

Hace ya muchos años oí hablar de este documento gracias al buen amigo y alma máter de la Asociación Cultural de Trubia, Jesús Vizuete. Esta asociación, que tantas iniciativas interesantes promovió para preservar y difundir la historia local, suspendió su actividad a raíz de la pandemia, dejando un vacío en la vida cultural trubieca.

La primera vez que la villa aparece mencionada en un documento escrito se remonta al año 863. En una carta enviada por el abad Gladila al rey de Asturias Ordoño I, se hace referencia al territorio como Trupie, donde se expone una disputa por la propiedad de tierras.

Es importante destacar que esta carta contiene suficientes elementos históricos para considerarla una fuente clave en el estudio de Trubia y su entorno. Lo más llamativo es que Braga, donde se origina el documento, era entonces parte del Reino de Asturias.

El castillo de Guanga: poder y rebelión.

El conde Gonzalo Peláez, un noble con gran poder en Asturias, destacó por sus enfrentamientos con la autoridad real durante el reinado de Alfonso VII (1126-1157). Su castillo, en San Andrés de Trubia, al lado mismo de la más conocida de las seis pintorescas cascadas de Guanga, era un bastión prácticamente inexpugnable.

Se dice que este conde salvó la vida al rey en una ocasión, lo que llevó al monarca a perdonarlo en varias de sus rebeldías hasta su destierro a lo que hoy es Portugal. Este episodio lo conecta con el proceso de independencia de Portugal, en la lucha de Afonso Henriques contra su madre, quien defendía permanecer unida al Reino de León.

Si en la Edad Media los castillos como el de Guanga marcaban los bastiones de poder local, en siglos anteriores, la fuerza del Reino de Asturias ya había demostrado su capacidad para proyectar ese poder mucho más allá de sus fronteras. Uno de los episodios más audaces fue la conquista de Lisboa por Alfonso II.

Alfonso II y la conquista de Lisboa.

A finales del siglo VIII, Alfonso II de Asturias protagonizó una gesta audaz: la conquista de Lisboa. Desde Oviedo, su partida simbolizaba el desafío de un reino emergente, decidido a demostrar su poderío frente al dominio musulmán. Aunque mantener la ciudad de Lisboa era imposible por la enorme distancia en aquella época, la conquista fue un golpe estratégico que reafirmó la fortaleza del reino y su capacidad para desafiar al dominio enemigo.

Parte de este poderío se reflejaba en la gran llanura de Santullano, hoy desdibujada por tanta construcción, que servía como sede y campo de instrucción de su ejército, su particular Campo de Marte. En una reunión de los Amigos del Reino Astur, el experto Francisco Avelino Aguado evocaba, al lado mismo de la iglesia de Santullano, una imagen impactante: el colorido de las tropas formadas sobre el verde de los prados, con el conjunto palatino y la iglesia como majestuoso telón de fondo.

Las pinturas del interior de la iglesia, consideradas el conjunto de pintura mural altomedieval más importante de Europa occidental, admiradas por su asombrosa belleza y recreadas virtualmente con maestría por LA NUEVA ESPAÑA, realzarían aún más la grandeza del lugar. Este despliegue no era solo una demostración militar, sino también una manifestación de poderío destinada a impresionar a embajadas y visitantes.

La noticia de esta conquista llegó hasta Carlomagno, con quien Alfonso II mantenía correspondencia e intercambios diplomáticos. Este episodio refleja la habilidad del monarca astur para posicionar tanto a él como a su reino como un actor clave en el escenario político europeo.

Covadonga y el origen de las dos naciones ibéricas.

Las crónicas musulmanas se refieren despectivamente a Don Pelayo y sus hombres como «30 asnos salvajes», minimizando la importancia de su resistencia. Sin embargo, lo que comenzó como un acto aparentemente insignificante en Covadonga marcó el inicio de un proceso que cambiaría la historia. Este episodio nos recuerda una lección fundamental: no se debe despreciar al enemigo pequeño.

Covadonga no solo simboliza el inicio de la Reconquista, sino que es también el punto de partida de las dos grandes naciones ibéricas. Del Reino de Asturias emergió el Reino de León, y de este, el Condado de Portugal, que lograría su independencia en el siglo XII. Aunque sus caminos se separaron, comparten un mismo origen: el germen fundado en Covadonga por Don Pelayo y sus seguidores.

Más tarde, bajo Felipe II, España y Portugal se unieron, demostrando que, pese a sus caminos divergentes, compartían una historia que iluminaba un mundo donde nunca se ponía el sol.

Historia viva.

La historia nos cautiva con pasajes sorprendentes que, en ocasiones, superan a la mejor novela. Desde Lisboa, rodeado de ecos históricos, estas reflexiones pretenden divulgar esos lazos que, espero, nos inviten a apreciar el valor de conocer nuestra historia: una herencia que sigue dejando huella en el presente.

Estos vínculos históricos, reflejados en un cañón, una carta o una batalla, nos recuerdan que Asturias y Portugal comparten mucho más de lo que imaginamos.

1 Comment

  1. Meu amigo, ante tiudo dar-te os parabéns por tomar esta iniciativa e dar a conhecer a todos nós os vínculos de Astúrias com Lisboa: a bela Olissipo.
    Sim, a reconquista definitiva foi levada a bom fim por Afonso Henriques, com a ajuda dos Cruzados. O que deu muito que falar com o livro de José Saramago: História do cerco de Lisboa.
    Grande abraço

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