Manos blancas no ofenden

En el convulso siglo XIX de nuestra historia se produjeron muchas curiosidades, allá vamos con una.
Un siglo marcado al inicio por el nefasto Napoleón, que engañó fácilmente porque, además, Carlos IV y su hijo (Fernando VII) eran unos vendidos. Entró con el pretexto de que eran amigos y sus tropas estaban de paso por España para invadir Portugal, aliado de Inglaterra. Napoleón fue derrotado, pero España quedó destruida y apenas sin hombres para enviar a América, tras las grandes matanzas de los franceses, lo que significaría la posterior pérdida de las provincias de América.

La anécdota que hoy comentamos tiene varias versiones; en cualquier caso, el hecho es siempre el mismo.
Nos vamos a 1832, Fernando VII, el peor rey de la Historia de España, está moribundo. Su ministro Calomarde consigue que firme un documento, en el lecho de muerte, por el que se reinstaura la Ley Sálica que impedía que una mujer llegase al trono. Con ello no podría subir al trono su hija Isabel y pasaba a ser rey Carlos, su hermano.
Enterada de la noticia Luisa Carlota, hermana de la reina Maria Cristina, se presentó ante el moribundo rey y consiguió revertir el documento. Calomarde trató de arrebatarle el documento y ésta le propinó unas sonoras bofetadas, ante el asombro de la corte. La respuesta de Calomarde pasó a la historia: Señora, manos blancas no ofenden.

Isabel sería reina, pero Carlos no la reconocería y tenía muchos partidarios, especialmente en Navarra, País Vasco, interior de Cataluña y el Maestrazgo. Esto dio origen a tres sangrientas guerras civiles conocidas como Guerras Carlistas. Sólo la primera causó más muertos que la Guerra Civil Española del siglo XX.