El edificio en sí mismo merece la pena, si a esto le añadimos los dos museos sobre las armas de la Fábrica de La Vega de Oviedo y sus aprendices, las maravillosas vidrieras de Paulino Vicente El Mozo, las obras de arte en forma de bronces y hierro de la Fábrica de Armas de Trubia, y más cosas que no enumero para no alargarme, se deduce que estamos en un espacio privilegiado.
Vamos a añadir a ese privilegiado espacio un cuadro de control eléctrico de un dispositivo para medir la velocidad de los proyectiles, tanto de artillería como de fusilería, procedente del probadero de armas de la FAO (Fábrica de Armas de Oviedo). Este dispositivo es conocido como Cronógrafo Le Boulengé 1 en honor al joven belga, capitán de artillería, posteriormente teniente general (1832-1901), que lo inventó y que fue una innovación por los años 60 del siglo XIX, teniendo un gran éxito2 y siendo utilizado incluso durante varias décadas del XX.
Su funcionamiento, muy básicamente explicado, consiste en dos cuadros marco con unos hilos de cobre separados a poca distancia – la que permita al proyectil cortar al menos uno de los hilos- para poder interrumpir el circuito y que proporcione una señal eléctrica para medir el tiempo mediante el cronógrafo.
De la distancia a la que se sitúa el segundo blanco, hablamos de unos pocos metros. Y los tiempos que mide el cronógrafo de milisegundos.
Todo ello se consigue por medio de unos electroimanes que forman parte del entramado electromecánico-el que controla el armario eléctrico que conservamos- y que deja una marca, en la regla graduada, mediante una cuchilla cuando pasa por el primer blanco y por el segundo. En el momento que tenemos el tiempo transcurrido y la distancia recorrida por el proyectil (la que hay entre los blancos) podemos calcular la velocidad, usaremos la archiconocida fórmula de e=v.t de la que despejaremos la velocidad.
Su montaje para las pruebas se aprecia perfectamente, abajo, en esta lámina del propio Paul Émile Le Boulengé, utilizando diferentes materiales, en los blancos, para las armas portátiles dado su menor calibre.
1.-Mi agradecimiento a don Alberto Eusebio de General Dynamics de la Fábrica de Armas de Trubia que lo llegó a ver en el probadero de la FAO y muy amablemente me transmitió su conocimiento sobre el cronógrafo. Asimismo, a don J. Antonio Álvz. Rivera, que fue Jefe de Almacenes de la FAO, y quien me puso sobre la pista.
2.-Datos del libro The_Le_Boulengé_Chronograph (1872) del capitán Michaelis de los Estados Unidos
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