La cortina de humo del (des)gobierno con la exhumación de José Antonio

Viene el tema a colación porque estoy leyendo, poco a poco, el libro Iglesias Portal, el juez que condenó a José Antonio del periodista asturiano Honorio Feito y la familia de José Antonio Primo de Rivera emitió un comunicado sobre la retirada de sus restos.
Si anduvieran moviendo, por ejemplo la tumba de La Pasionaria, un gobierno de signo contrario y por razones ideológicas, conste que diría lo mismo. Y escribo sobre un falangista, con ideas muy diferentes a un liberal como yo, pero con indudable amor por nuestra patria.

Cuando un gobierno no tiene ideas y nos endeuda hasta la ruina, tiene que fiarse a estos golpes de efecto malabares que alimentan el odio en algunos rojos exaltados y siembran división, poco más.
Ven las elecciones perdidas y tienen que andar con esa ley desgraciada, que acoge en su cierre un texto impuesto por los de Bildu proetarras, esos grandes «demócratas» socios de gobierno.
Todavía les queda la baza de Su Sanchidad presidiendo en el segundo semestre la UE, vamos a tener a Falconeti hasta en la sopa.

La familia ha hecho muy bien en adelantarse a este circo mediático que tenían preparado, tendrán que buscar otro.
Copio texto literal de la familia, donde se recoge lo que dejó escrito José Antonio en su testamento: Ojalá…: «El proceso de exhumación debe permanecer y permanecerá dentro de la estricta intimidad familiar, sin que pueda convertirse en una exhibición pública propensa a confrontaciones de ninguna clase entre españoles», advierten. En este contexto, recuerdan precisamente las palabras del propio José Antonio Primo de Rivera antes de su muerte: «Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas cualidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia».

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