Gorostiza, uno de los 4 internacionales del Real Juvencia

No cabe duda de que Trubia tiene una referencia en su centenario equipo de fútbol- el Real Juvencia- del que recomiendo este libro de Valentín Álvarez.
El histórico equipo artillero, que celebra actualmente  el referido centenario, se siente orgulloso de que en sus filas militaran cuatro jugadores: Emilín, Gorostiza, Paquito y Chus  Herrera que llegaron a defender la elástica roja de España, la de la selección nacional absoluta.

Recordamos a uno de ellos, Gorostiza, que tiene una vida muy agitada en unos tiempos muy convulsos. De ideología carlista desertó de la selección de Euskadi para unirse al bando nacional, fue el único titular del curso del 36 que repitió titularidad en el primer partido de postguerra. Vida muy convulsa retratada en  este artículo del ABC , DEP.

Guillermo Gorostiza, la leyenda del Athletic que murió abandonada en un asilo de monjas

JUGUETES ROTOS
Mítico delantero del Athletic y del Valencia, era conocido como ‘La Bala Roja’ por su velocidad y su regate. Su familia no quiso saber nada de él y murió solo en 1967
Guillermo Gorostiza, cuando jugaba en el Athletic
Guillermo Gorostiza, cuando jugaba en el Athletic ABC
Pedro García Cuartango 27/03/2023

Cuando yo daba patadas al balón en las campas de Miranda, todavía había quien recordaba haber jugado al fútbol con Guillermo Gorostiza, el mítico extremo izquierdo del Athletic. Hijo de un médico de Bilbao, su padre le había enviado a cursar el bachillerato como interno en los Sagrados Corazones, el colegio de mi localidad natal donde estudiaron mi padre, mis tíos y mi abuelo. Allí demostró sus excepcionales facultades para este deporte, aunque no para los libros. Era un pésimo estudiante y un adolescente travieso. Su progenitor le sacó del centro para hacerle trabajar como aprendiz de tornero en La Naval de Sestao.

Quienes le vieron jugar en aquella época en Miranda no se sorprendieron más tarde de la carrera de Gorostiza: internacional y estrella de la selección en los años 30, cuatro Ligas y cuatro Copas con el Athletic, máximo goleador en dos campeonatos y, más tarde, otras dos Ligas y otra copa en el Valencia. Ídolo de los niños de la República, era conocido como ‘La Bala Roja’ por su velocidad y su regate.

Su fallecimiento a los 75 años pone de luto a la familia rojiblanca, que pierde a un futbolista genial y a una persona entrañable

La vida de Gorostiza fue un fulminante ascenso y una prolongada caída hacia la miseria y el olvido. Murió en el asilo, regentado por monjas, de Santa Marina en Bilbao, donde pasó sus últimos años. Manuel Summers le localizó en este lugar para el rodaje de ‘Juguetes rotos’, estrenada en 1966, un año antes de la muerte del delantero. Había sido abandonado por su mujer y sus dos hijos, que nada querían saber de él.

Las imágenes de Summers le muestran comiendo sopa junto a otros ancianos y tullidos. Tiene en ese momento 56 años, pero parece mucho más viejo. «¿Qué hace usted?», le pregunta una voz en off. «Nada», responde. «¿Cómo le han ido las cosas?». Susurra: «Mal». Gorostiza confiesa ante la cámara que le han dado la extremaunción en cuatro ocasiones y que padece una afección pulmonar de la que fallecería poco después.
La influencia de la guerra

Cuando una monja del asilo le encontró muerto en la cama, sólo conservaba una pitillera de plata con la siguiente inscripción: «Al mejor extremo izquierdo del mundo de todos los tiempos». Se la había regalado Luis Casanova, presidente del Valencia, acompañada de un poco de dinero para ayudarle.

Gorostiza jugó en aquella selección irrepetible del Mundial de Italia de 1934, que no pudo ganar por los árbitros y la brutalidad del equipo de Mussolini. Vestían la camiseta Zamora, Quincoces, Lángara, Regueiro y Lafuente, compañero en los Sagrados Corazones. Con varios de ellos protagonizó la película ‘Campeones’, rodada después de la Guerra Civil.

La contienda interrumpió durante tres años las competiciones futbolísticas. Gorostiza, que era la estrella del Athletic, se enroló en la selección vasca que inició una gira por Europa para hacer propaganda de la causa republicana. Tras la caída de Bilbao en 1937, retornó a España para alistarse como requeté en el bando de Franco.

En 1941, el Athletic no le renovó y optó por traspasarle al Valencia. Le había fichado en 1929 tras deslumbrar en el Racing de Ferrol. Cuando ya había cumplido los 31 años, marchó al equipo de Mestalla para defender sus colores durante seis temporadas. Rindió a un alto nivel y fue pieza clave en la mítica «delantera eléctrica» formada por Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza.
Mala situación económica

Su afición al alcohol y las juergas con mujeres ya le crearon problemas en el Valencia, a cuyos entrenamientos acudió en más de una ocasión en estado de ebriedad. Pero se lo perdonaron por sus cualidades futbolísticas. Con 37 años, el club le dio la carta de libertad, pero, agobiado por su penosa situación económica, siguió jugando en el Baracaldo, en el Trubia y finalmente en el Logroñés, al que también entrenó. Ya retirado, en 1951, el Athletic le rindió homenaje en San Mamés.

Fue su último momento de gloria. Sus negocios se fueron a pique y su matrimonio entró en crisis. Prematuramente envejecido. Sólo algunos le reconocían en Santurce, el pueblo donde había nacido. Por allí, paseaba para ver jugar a los jóvenes, siempre con chaqueta y cubierto por su boina. Como él cuenta en la película de Summers, solicitó una ayuda para su vejez, pero no obtuvo ninguna respuesta. Fue un hombre que lo tuvo todo y murió sin nada.

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