Serie Lisboa (I): Quem não viu Lisboa, não viu coisa boa.

El extraño caso de la estatua del Rey don Pedro IV de Portugal: ¿quién va a subir a mirarle la cara?

Inicio una serie de comentarios sobre Lisboa; quizás, junto con Berlín, mi ciudad favorita fuera de Es020120141275paña. Cierto que Lisboa tiene más mérito, porque a pesar de haber estado muchas veces, siempre me sorprende. Berlín fue precisamente una sorpresa, cuando uno no espera nada… Quizás si volviese ya no le encontraría el mismo encanto, quién sabe.
Lisboa tiene ese encanto decadente que te atrapa, una melancolía luminosa que se mezcla con el bullicio de sus calles y el aroma a café y pasteles de nata. Es una ciudad donde el tiempo parece avanzar de otra manera, donde las fachadas de azulejos reflejan siglos de historia y donde cada callejón parece esconder una historia aún por descubrir.

Advierto que las fotos están tomadas con mi móvil barato de 2014, por lo que su calidad es discutible. Además, estuvo lloviendo en los primeros días del año, pero el benigno clima de Lisboa siguió impertérrito. Lisboa es, para mí, un regalo, como esta bocacalle de la izquierda de la Avenida da Liberdade.
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Cerca de la estación de Rossio nos encontramos con la Plaza de Rossio —nombre popular— en pleno centro, presidida por la estatua de Don Pedro IV. Por ello, la plaza lleva oficialmente el nombre del rey.
Veamos: durante muchos años se dijo que la estatua de Don Pedro IV era, en realidad, la de Maximiliano de Austria, más conocido como Maximiliano I, emperador de México (1864-1867). Maximiliano, apoyado por tropas francesas, acabó fusilado tras la guerra de liberación llevada a cabo por Benito Juárez.

Según la leyenda, la estatua de Maximiliano iba a ser embarcada en Lisboa con destino a México, pero la victoria de Juárez hizo innecesario su envío. Entonces, los portugueses, siempre pragmáticos, decidieron aprovecharla y colocarla en honor a su rey Pedro IV (Pedro I de Brasil), todo un ejemplo de aprovechamiento de recursos. Al fin y al cabo, ¿quién va a subir a tamaña altura a comprobar la cara?
No obstante, amigos portugueses me contaron que, hace unos 20 años, durante unas obras de mantenimiento, se comprobó que, aunque el rostro pudiera tener algún parecido, la estatua era realmente la de Pedro IV.

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