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  1. Tu pose, paciente, controlando el inmenso Atlantico que en Nazaré explota con furia sobre su playa, ya no están los barcos de pesca ni las mujeres de siete faldas, pero si ese acantilado que hace que el rugir de ese Océano penetre en nuestro oídos mientras esa espuma blanca alcanza altitudes únicas.

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