Viendo una revista, donde reseño un curso de NBQ (Nuclear, Biológico, Químico) que hice, volvió a caer en mis manos este artículo sobre armas químicas en la Guerra Civil. Hay que recordar que en nuestra guerra sólo se usaron-al menos que conste documentado- una vez, fue en el verano del 37, en Cilleruelo de Bricia, en el Frente de Burgos-Santander.
La artillería republicana lanzó unos 40 proyectiles que contenían iperita (gas mostaza) y fosgeno, según documento1, aunque en el artículo del Diario de Burgos se señalan 200 proyectiles.
El SIM había informado de una táctica de provocación del enemigo para instigar a que los sublevados devolviesen el ataque químico y producirse una escalada en la guerra, con uso de material prohibido, que hiciera que otras potencias intervinieran en favor de los gubernamentales.
Varios autores señalan que sí que hubo provocación, pero las tropas nacionales2 cuando posteriormente tomaron la posición del Ejército Republicano vieron cómo tenían la munición mezclada y mal señalizada3 . Asimismo, Ricardo de la Cierva4 recoge el testimonio del «Asesor en Jefe Soviético» Vorónov diciendo que «la artillería republicana utilizó en una (¿?) ocasión granadas y que el «error» fue corregido».
Afortunadamente, los rebeldes por lo que fuera: error de los gubernamentales, no entrar en provocaciones, etc., decidieron no responder con las mismas armas.
Así que podíamos atrevernos a decir, lo que la mayoría de las versiones coinciden en señalar, que viendo el efecto desastroso5 que causó en el bando nacional y que ninguno de los dos Ejércitos estaba preparado para soportar el efecto masivo de los gases decidieron, con magnífico criterio por ambos Estados Mayores, no volver a usarlos.
Todavía quedaban casi dos años para acabar la guerra desde el episodio de Burgos y 6 «los gases volvieron a estar muy cerca de volver a ser utilizados»
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- Escrito procedente del Servicio de Información Militar Nacional (SIM), titulado «Sobre el empleo de gases por los rojos»
- Testimonio escrito de José María Martín Cañedo, licenciado en Ciencias Químicas, destinado en el Servicio Antigás dependiente de la Jefatura de Artillería donde señala: «Me quedó la impresión de que los rojos habían utilizado granadas cargadas con gases sin saber realmente lo que eran»
- Las municiones químicas suelen estar bien pintadas y marcadas para evitar errores que pueden ser catastróficos
- En Historia Ilustrada de la Guerra Civil Española, Editorial Danae
- En el artículo del Diario de Burgos se señala que 170 soldados y la mitad de los oficiales sufrieron los efectos de los gases
- Verano de 1937: Guerra Química en España, publicado por José Mª Manrique en la Revista de Historia Militar de diciembre de 2001,
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