Trajano nació en la Turdetania, nombrada así por los romanos al conquistarla, integrada posteriormente en la Bética. Era famosa especialmente por sus montañas, que ya desde la antigüedad habían sido alabadas por sus riquezas.
Geógrafos de la época romana señalan que «ni el oro, ni la plata, ni el cobre ni el hierro se habían hallado en ninguna parte de la tierra tan abundantes y excelentes». Atraídos por estas riquezas se establecieron a orillas del río Betis -no sé por qué hubo que cambiarle el nombre latino a árabe, a mi me resulta mucho más bonito Betis que Guadalquivir- y dominaron el territorio aplicando la fuerza o con alianzas pacíficas con las tribus de la zona; eso sí, bajo la política del divide et impera.
Marco Ulpio Trajano nació al lado de Hispalis, lo que hoy es Sevilla. Algunos historiadores dicen que fue el mejor emperador de Roma, un gran militar que donde se sentía realmente a gusto era en los campamentos y en las campañas marchando, a pie, al lado de sus hombres. Llegaba a prestarles su galeno personal cuando lo necesitaban, tremendamente respetado por los legionarios. No le gustaba el ambiente demasiado relajado de Roma donde ejerció de auténtico martillo de corruptos.
Muchos historiadores piensan que el grupo de emperadores de origen hispano fueron los mejores. A Trajano le sucedió Adriano a los que añadiremos Teodosio y Marco Aurelio.
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