Juan Velarde, in memoriam

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Con mi admirado profesor D. Juan Velarde Fuertes, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Pletórico a sus 87 años.

El catedrático de Salas falleció hoy a los 95 años. Coincidí muchas veces con él, especialmente en los Cursos de La Granda.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Gran profesor y gran español.
DEP.
La entrada y la foto es de 2014.
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Hoy asistí, acompañado del ilustre compañero RV que es Otazu, a dos magníficas conferencias en el Palacio de La Granda (Avilés).
La primera a cargo del General de División (R.): La influencia del krausismo en los círculos militares.
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La segunda a cargo del profesor D. Juan Velarde: La influencia del krausismo en los economistas españoles.
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Con Otazu y parte del público durante la conferencia del Gral. Ramos Oliver.

Se añade entrevista publicada en LNE.

FRANCISCO RAMOS OLIVER | General de División

«El Ejército evolucionó con bastante más agilidad que la Universidad, y eso viene de lejos»

«Los militares no tienen por qué intervenir en la frontera con Marruecos, en un momento se les puso a patrullar la valla, pero su misión no es ésa»

21.08.2014 | 05:42

Francisco Ramos Oliver, ayer, durante su intervención en La Granda.

Francisco Ramos Oliver, ayer, durante su intervención en La Granda. RICARDO SOLÍS

Carolina G. MENÉNDEZ El krausismo, corriente filosófica de marcado carácter liberal que llegó a España procedente de Alemania a mediados del siglo XX a través de Julián Sanz del Río, también tuvo una buena acogida entre algunos militares de la época. De su influencia en los círculos militares de Oviedo habló ayer en los cursos de La Granda Francisco Ramos Oliver, general de división en la reserva y ex director del Instituto de Historia y Cultura militar.

-¿Cómo llegó el movimiento krausista al ejército?

-El krausismo entró en el ejército de la mano del teniente coronel Luis Vidart Schuch, que quedó subyugado por la filosofía krausista, que dio cobertura al movimiento liberal español de 1840 y se materializó en la Institución Libre de Enseñanza. La vía de acceso fue a través del Ateneo de Madrid, donde se creó un foro de intercambio de ideas en el que se analizaba la situación de España y las medidas a tomar para regenerar el país. Inspirados en esa idea, un grupo de militares entre los que se encuentra Vidart crearon el Ateneo Militar de Madrid, que tenía como finalidad regenerar ese Ejército que estaba muy degrado, al igual que el conjunto de España. Como decía Ortega, el ejército no es más que el fiel reflejo de la sociedad de la que procede y a la que sirve. El Ateneo Militar tuvo una duración corta, aunque se recreó y Vidart fue el director del Centro Cultural del Ejército y la Armada. Hoy en día sobrevive como el Casino Militar (en la calle Gran Vía) , pero sin aquellas connotaciones.

-¿Consiguieron las ideas krausistas materializarse en el ejército?

-Estamos ante un tema virgen, pendiente de investigación, ya que nadie ha entrado en él. Podemos hablar de militares que estuvieron influenciados por el krausismo, tenían cierta afinidad o sus ideas coincidían con las de la Institución Libre de Enseñanza fundada por Giner de Los Ríos. Hay que analizar si estaban influenciados por esta corriente o si era una mera coincidencia. Lo que sí está claro es que hubo pedagogos que la apoyaban. El ejemplo más significativo es la Academia General Militar en su segunda época, entre 1928 y1931, que la dirige el general Franco. Por entonces, el jefe de estudios de la misma era el coronel Miguel Campins Aura, un hombre aficionado a la pedagogía que había estudiado a Giner de los Ríos y le gustaban sus ideas. De hecho, cuando diseñó el plan de estudios de la Academia General se inspiró en Giner y en los métodos de la Institución Libre de Enseñanza y en los principios filosóficos que inspiran la institución.

-¿Hubo muchos detractores a esta corriente dentro de las filas del ejército?

-Naturalmente. Provocó la oposición de militares con otra forma de pensar. La Academia General de la que hablamos duró tan poco tiempo que fue difícil sacar adelante las enseñanzas completas. Las ideas de Campins fueron de compleja aplicación ya que a los profesores de entonces no se les podía tildar precisamente de liberales. Ello debió provocar algún que otro roce que Campins no manifestó en ningún momento; no acusó ni a sus compañeros ni a su jefe de hacer fracasar sus planes.

-En ese tiempo, según los estudiosos, la Universidad carecía de independencia y estaba supeditada a las ideas e intereses políticos. ¿Le ocurría lo mismo al Ejército?

-En absoluto. El Ejército evolucionó con bastante más agilidad que la Universidad, y eso viene de lejos. Ya Campins, en las notas pedagógicas que escribe, dice que de ninguna manera hay que tomar como ejemplo para hacer los planes de estudios de la Academia General a la universidad porque no es más una mera expendedora de títulos y no tiene la excelencia intelectual que se supone que debe tener una universidad. Tanto la Academia de la primera época como la de la segunda van a ser paladines, instituciones de vanguardia. En la de Campins no había libros de texto, ya estaban los reglamentos, manuales y los textos por los cuales se regía la institución; tampoco exámenes. Era una institución de vanguardia que los militares pretendían que sirviera de ejemplo para el sistema pedagógico civil.

Este sistema educativo cambió radicalmente. ¿Cómo es en la actualidad?

-Ahora, la Academia es uno de los grandes centros de enseñanza en España, de gran rigor y dureza enorme. El alumno de la Academia General Militar tiene que cursar los estudios específicos militares simultaneándolos con un grado de ingeniería civil, concretamente de ingeniería industrial rama de organización. Es decir, estudia al mismo tiempo la carrera de las armas y la de ingeniero. Pero, además, tiene que estudiar idiomas y formarse física y prácticamente. En este sentido, mientras los jóvenes en cualquier facultad están celebrando el paso del Ecuador, por ejemplo, aquí, el alumno está «dando barrigazos» en un campo de maniobras.

-¿Esta reforma le ha afectado a su espíritu?

-Creo que no. El 4 de julio pasado se entregaron los despachos en la Academia General con la presencia del Rey. La promoción que salía es la última del llamado plan antiguo o concepto antiguo y, por tanto, en 2015 saldrá la primera del actual. Los cadetes que vi en aquel patio tenían el mismo espíritu, talante y forma de expresarse exteriormente que la que pudiéramos tener nosotros.

-Cambiando radicalmente de tema y ante los hechos que se suceden en la frontera con Marruecos, ¿cree que debería intervenir el Ejército?

-El Ejército no tiene por qué intervenir en este tema. Hubo un momento en el que se le puso a patrullar la valla, pero su misión no es esa. Otra cosa es que se le pida ayuda para un caso concreto, como el traslado del misionero Pajares desde África. Para asuntos así sí está al disponer de unos medios que le permite abordar trabajos para los cuales otras instituciones tiene más dificultad. Al Ejército hay que emplearlo para lo que está diseñado.

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